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El trastorno por déficit de naturaleza en los niños

17 de octubre de 2023

El trastorno por déficit de naturaleza en los niños

La adicción a la velocidad y la hiperestimulación (no exclusiva de niños y adolescentes), está haciendo que el tiempo que pasamos en contacto con la naturaleza sea cada vez menor.

Hablar del trastorno de “Déficit de atención” hoy día está en voga…

El trastorno por déficit de naturaleza en los niños … Cada vez más niños necesitando espacio y libertad para ser y crecer, cada vez más niños nos están gritando la necesidad de explorar y perderse para encontrarse, cada vez los niños necesitan menos etiquetas y más opciones, más herramientas y más alternativas para encontrar su verdadero potencial sin pensar o creerse diferentes a los demás en lugar de sentir que llevan dentro un genio que necesita ser guiado en un espacio de libertad, amor, arte, música, naturaleza, yoga y meditación…

Este artículo nos muestra una amplia gama de opciones y beneficios de la naturaleza para los niños. 

“Los niños están acostumbrados a tenerlo todo antes de desearlo y sin esfuerzo […]. Necesitan más que nunca acostumbrarse pacientemente mirando cómo se arrastra un caracol, observando cómo una flor crece, cómo una gota de lluvia resbala por el cuerpo de un ciempiés peludo, viendo aparecer un brote, regando las plantas, recogiendo las setas con agradecimiento y dando de comer a los pájaros. Los niños deben aprender a levantar la vista hacia el cielo de vez en cuando, como lo hacíamos nosotros cuando nos tumbábamos en la hierba que nos “picaba” y nos hacía cosquillas detrás de las piernas y de las orejas y nos imaginábamos que las nubes tenían forma de dinosaurios y de conejos” Catherine L’Ecuyer- Educar en el asombro

Hace unos días tuvimos la oportunidad de compartir un encuentro educativo en un entorno natural increíble con unas 300 familias en el Encuentro de Primavera por la Libre Educación. Entre muchas otras personas de gran calidad humana, conocimos a Yvonne Laborda, una madre que educa a sus hijos en el hogar y que tiene una forma de entender la educación y la crianza que llega al corazón de cualquiera. A través de su blog nos topamos con el calificativo “Trastorno por Déficit de Naturaleza”. Fue nombrado por primera vez por Richard Louv en su libro “Last Child in the Woods” (El último niño en el Bosque) y es algo sobre lo que muchos docentes llevamos un tiempo reflexionando de una forma seria y profunda. El hecho de que se le haya acuñado una etiqueta, nos ayuda a aunar fuerzas en torno a un mismo tema.

Tengo un recuerdo realmente especial de las excursiones que hacíamos al campo cuando estudiábamos en el colegio. La sensación de libertad y de autonomía no era comparable con la que se sentía en ningún otro momento. Todas las excursiones eran especiales, pero cuando íbamos a un museo o cualquier otro espacio “civilizado” los profesores transmitían cierta tensión, los límites estaban mucho más marcados. En las excursiones a la naturaleza podías sentir la libertad que te da estar fuera del campo de visión de un adulto controlador que evidentemente no aprobará que te subas al árbol al que estás subiendo, o que experimentes la sensación de saltar en un charco y empapar a los de al lado, o asomarte a una zona escarpada de vértigo…

Lo cierto es que las excursiones siguen siendo un momento especial para mí como profesor, pero parece que los alumnos las sienten de una manera muy diferente a como las sentía yo cuando era niño. La naturaleza les aburre (“¿Cuándo volvemos?”, “¿Para qué hemos venido hasta aquí?”, “¿Y para esto andamos tanto?”). La naturaleza es demasiado lenta para ellos, que están acostumbrados a gestionar más de veinte conversaciones a la vez a través de las cuatro o cinco redes sociales que manejan en su móvil mientras “hablan” con los amigos que en ese momento comparten con ellos el espacio-tiempo real.

Esa adicción a la velocidad y la hiperestimulación (no exclusiva de niños y adolescentes), está haciendo que el tiempo que pasamos en contacto con la naturaleza sea cada vez menor. Teniendo en cuenta que las ciudades y más aún las nuevas tecnologías son inventos de “hace dos días”, podremos entender que el ser humano aún no haya tenido tiempo para adaptarse a esta nueva situación, sino que somos seres hechos para vivir en el medio natural, tal y como asegura el profesor de psicología ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio Corraliza.

Los niños y adolescentes son especialmente sensibles a los desórdenes que provoca esta contradicción (seres adaptados a la naturaleza viviendo en ciudades). No sé si los profesores tenemos un papel muy relevante, ni si podremos luchar contra las pantallas que alejan a los niños de la naturaleza, pero propongo que hagamos un pequeño esfuerzo por cambiar las cosas.

Esther Fasja