Podría ser que el ejercicio estimula los niveles de neurotrofina, un químico liberado durante el ejercicio y que está asociado con mejor funcionamiento cerebral en adultos.
Hacer ejercicio durante el embarazo puede mejorar el desarrollo cerebral del bebé: los bebés que nacen de madres que se ejercitaron durante el embarazo tienen cerebros más maduros.
Estudios previos han señalado que tales niños tienen mejores habilidades de comunicación cuando cumplen 5 años y califican alto en pruebas de inteligencia. Sin embargo, estos estudios se apoyan en mujeres que recuerdan hacer mucho ejercicio mientras estuvieron embarazadas.
Para investigar, Élise Labonté-LeMoyne de la Universidad de Montreal en Canadá y sus discípulos eligieron al azar a 29 mujeres embarazadas y las dividieron en dos grupos. Comenzando cuando tenían 13 semanas de embarazo, un grupo hizo por lo menos 20 minutos de ejercicio moderado tal como caminatas intensas, nadar o montar bicicleta tres veces a la semana; el otro grupo dejó de ejercitarse por completo.
Cuando los bebés tenían de 8 a 10 días de edad, los investigadores tocaron tonos y sonidos diferentes mientras analizaban la actividad cerebral de los bebés.
“Estuvimos viendo la habilidad del cerebro de discriminar entre sonidos –porque son la base del lenguaje–” dijo Labonté- LeMoyne, quien presentó los resultados en la reunión de la Sociedad de Neurociencia en San Diego esta semana. Los cerebros maduros utilizan menos energía para diferenciar los sonidos. “La tarea era fácil para bebés cuyas madres se ejercitaban.”
Podría ser que el ejercicio estimula los niveles de neurotrofina, un químico liberado durante el ejercicio y que está asociado con mejor funcionamiento cerebral en adultos.
“Esto es consistente con las investigaciones previas que muestran que las experiencias que un bebé tiene en el vientre pueden cambiar el desarrollo de su cerebro,” dice Vivette Glover del Colegio Imperial de Londres. “Será interesante ver si el ejercicio durante el embarazo tiene efectos a largo plazo en el niño.”
[New Scientist]