Querida suegra, hay tantas cosas que quisiera decirle, lo primero sin duda es expresarle agradecimiento. Le agradezco la manera en que educó a su hijo porque hizo de él todo un caballero.
Gracias por darme la bienvenida a su familia, desde el día que la conocí me sentí abrazada y recibida. No hubo cuestionamientos incómodos ni me hablo de las ex-novias de mi esposo, en ese entonces mi novio.
Cuando usted llega a nuestra casa, las caritas de mis hijos brillan de felicidad, corren a la puerta y la reciben con un dulce abrazo, pues ellos saben que de usted recibirán mucho mucho amor
El día que me enseñó y compartió la receta de sus legendarias galletas de chocolate supe que en realidad me estaba compartiendo un pedazo de su corazón. Me ha regalado anécdotas e historias de mi esposo que me enseñan a comprenderlo y amarlo más.
Vivo con un hombre que se preocupa cuando me duele la cabeza, que cuando me quedo dormida me arropa cuidadosamente para no molestarme, que protege a mi familia y a mí, que se abre camino a la vida a mi lado, que seca los trastes mientras yo los lavo o que tiende la cama junto conmigo.
Y sé que ese príncipe sólo pudo haber sido criado por una reina. una mujer justa y cariñosa que le enseñó que el camino de la vida se debe recorrer con seguridad, con disciplina y con mucha voluntad.
Cada que lo miro a los ojos, me doy cuenta de que no pude haber encontrado a alguien mejor para mí. Esa persona que tomaré de la mano todos los días y que además por si fuera poco, me ha regalado la fortuna de contar con una segunda madre, una consejera, una guía y una aliada de vida.
Gracias por el cariño y entrega para mis hijos, pero sobre todo gracias por haber hecho de su hijo, un hombre independiente, autosuficiente y organizado. Eso es indicador de que usted supo exactamente qué hacer en qué momento pero sobre todo que no hacer – como solucionarle todo -, sin duda es un ejemplo que tomaré para educar a mis hijos. Soy muy afortunada por coincidir con usted.