¿Es esta la verdadera razón de los embarazos adolescentes?

¿Es esta la verdadera razón de los embarazos adolescentes?

La educación sexual no puede limitarse mas solo a temas de reproducción o de prevención de enfermedades de transmisión sexual, hay que ampliar el espectro… emociones incluidas.

¿Es esta la verdadera razón de los embarazos adolescentes? Seamos sinceros, la educación sexual en numerosos países deja mucho qué desear acerca de la sexualidad. Hablar arbitraria y secamente sobre las relaciones sexuales, los procesos reproductivos y las infecciones de transmisión sexual (ITS), puede provocar realmente reacciones negativas en los adolescentes: desde desinterés en la clase de sexualidad hasta generar pavor en el acto mismo de la práctica sexual; o inclusive la promoción de la desinformación asociada con prejuicios morales o religiosos, como si “me masturbo, me volveré loco” o “sólo debo tener relaciones hasta que me case” (y por supuesto, sin la seguridad que están limpios de cualquier infección o que desean, en su momento, formar o no una familia.

Si bien el objetivo de esta educación sexual es reducir las estadísticas de embarazos adolescentes o de las infecciones de transmisión sexual (especialmente VIH-Sida, aunque no es la única), la realidad es que la taza de embarazos no deseados en jóvenes sigue siendo alta. De acuerdo con el doctor Alfonso Carrera, director médico de Marie Stopes, y Carla Eckhardt, directora de esta ONG internacional, en México hay once mil madres de entre diez y catorce años edad, y más de un millón se han realizado abortos clandestinos e inseguros. En términos generales, el país está presenciando una alta de embarazos adolescentes en jóvenes de entre 15 y 19 años de edad.

Entonces, si existe una educación sexual en las escuelas, ¿por qué no se reflejado el funcionamiento adecuado de dicha educación? 

Se podría inferir muchos factores que menguan la efectividad de la educación sexual; entre los cuales se encuentra, por supuesto, la herencia del paradigma culpígeno de la cultura judeocristiana.

De acuerdo con Paul Veyne, el cristianismo estableció prácticas sexuales de una minoría en una conducta esperada como parte de una norma social e ideológica, la cual empujó a los romanos paganos hacia las castidad, a la limitación de la vida sexual dentro del matrimonio, a la condena del aborto, a la reprobación de “la pasión amorosa” y al desprecio a la bisexualidad u homosexualidad. Inclusive se habló de la unificación de la reprobación de la sexualidad en tres principales nociones: el de la fornicación en situaciones ilegítimas (incluyendo la masturbación), el de concupiscencia (deseo sexual) y el de la lujuria. Pero no fue hasta que San Agustín fusionó el pecado original (el apetito a conocer y a desobedecer a Dios) con la sexualidad a través de la concupiscencia. Esta concepción se volvió general hasta el siglo XII, cuando la virginidad femenina y la contención masculina adquirieron cierto protagonismo en las casas que buscaban alcanzar el cielo a través de la pureza; e inclusive en el matrimonio existían reglas a cumplir, tales como no se puede tener sexo durante la menstruación, el embarazo o días después del parto, días de festividades religiosas, o no se puede hablar del sexo de manera abierta, etcétera. ¿A poco no suena a algunas creencias que hoy por hoy seguimos aplicando a nuestras vidas?

Otro factor que mengua la efectividad de la educación es la desinformación que existe tanto la población en general como el sector educativo y de salud. Y es que de los temas más populares acerca de la sexualidad son principalmente, y como lo mencioné antes, es el proceso de la reproducción y las ITS. Esto, en consecuencia, abandona otros aspectos de la sexualidad, tales como las diferentes expresiones de ésta (género, reproductividad – crear sin ser forzosamente padre-madre -, vínculos afectivos y erotismo), los derechos sexuales, la anatomía y la respuesta sexual humana, la diversidad sexual, los procesos psicoeducativos en cada etapa de la vida, el lado sanador y trascendental de la sexualidad, entre otros.

Asimismo existen otras teorías que explican cómo la ausencia de la figura paterna (el símbolo de un papá) puede influenciar en el inicio de la vida sexual de una mujer:

“Cuando el padre está ausente, eso básicamente ofrece a las jóvenes una señal acerca de los futuros estándares de las parejas, dentro del sistema en el que nacieron.Cuando la familia de una niña se rompe, y su padre se va o no está cerca de ella, ella ve su futuro como: los hombres no se quedan por mucho tiempo, y su pareja puede que tampoco lo haga. Entonces encontrar a un hombre requiere una acción rápida. Mientras más pronto ella sea capaz de concebir, será mejor. Ella no puede decidir conscientemente entrar más temprano a la etapa de la pubertad, pero su biología toma la decisión de manera preconsciente. Esto podría ayudar a facilitar lo que llamamos, en ciencias de la evolución, una estrategia reproductiva más rápida.” 

¿Entonces qué se puede hacer al respecto? 

En palabras de Ginette Paris, autora de Roto, el desamor como un fenómeno emocional y biológico, la diferencia entre la educación que libera y la que esclaviza radica principalmente en las ideas, las personas, los valores y los retos que son ofrecidos por el medio ambiente, y que incorporamos a nuestras creencias para recibir dicha educación: 

“La educación ofrecida en un medio ambiente de culto está basada en una sola y enorme ilusión simplista: sigue algún tipo de Biblia, o alguna figura de autoridad (gurú, sacerdote, Papa, jefe), haz lo que él dice, piensa como él piensa, haz esto, haz aquello, no hagas esto, no hagas aquello, no pienses por ti mismo, obedece… y recibirás la salvación. […] En contraste, la educación que necesitamos es una que libere a nuestra mente y nuestro corazón, que aumente nuestra autonomía y nuestro sentido crítico.”

Para obtener una educación que libera es indispensable abrirse a los aspectos más profundos del aprendizaje, tanto en el corazón como en el intelecto, los cuales activan el proceso de la neurogénesis (el nacimiento de unas nuevas neuronas): “Podríamos incluso usar un término psicoespiritual: ser iniciado, pues tanto la noción de educación como la iniciación implican una intensa aventura intelectual combinada con un intenso involucramiento emocional.”

La propuesta inicial es que, como seres sexuales, nos informemos adecuadamente sobre nuestros deseos sexuales; es decir, desde un enfoque teórico hasta la práctica del conocimiento de nuestras propias sensaciones. Al explorar nuestra sexualidad como parte de nosotros y usarla para el bienestar propio y de la pareja (y no para dominar a alguien), nos damos cuenta que es algo natural que tiene el hermoso poder de sanar heridas profundas, de prevenir problemáticas sociales y emocionales como embarazos durante la adolescencia, la propagación de ITS y la prevalencia de violencia en la pareja). Y es que, al reprimir nuestra sexualidad significa reprimir nuestra naturaleza humana, y al hacerlo es matarnos en vida: es estar muertos en vida.

Así que, ¿qué educación sexual crees que mereces recibir?

Twitter de la autora: @deixismj