Nuestro planeta está experimentando cambios ambientales que ponen en riesgo nuestra supervivencia como especie, por ello desde la infancia se debe inculcar el respeto por el ambiente, no solo para fomentar el cuidado del entorno sino por los efectos en el desarrollo físico, intelectual, emocional y relacional de las personas.
Cada día disminuye la superficie forestal disponible en el planeta; la extracción de maderas, la instauración de monocultivos en el periodo de 1990 a 2015 disminuyó 30.6 % en el África Subsahariana, América Latina y Asia Sudoriental, de acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).
Ante este panorama es importante fomentar el nexo en nuestros seres queridos con la naturaleza donde es seguro pasarán momentos únicos, mágicos e inolvidables.
Un día de campo o un fin de semana para acampar, les permitirá conocer distintos tipos de vegetación (árboles, plantas, hongos), escuchar el trinar de aves que desaparecen con tanto bullicio, conocer insectos que por la prisa no podemos disfrutar en las urbes.
Las zonas arboladas ofrecen servicios prioritarios a las ciudades, regulan su clima, permiten la recarga de los acuíferos, producen oxígeno y captan dióxido de carbono (CO2), pero también favorecen el estado mental y biológica de las personas, pues disminuyen los niveles de estrés, aumenta la concentración, mejora la salud cardiovascular y respiratoria.
En la medida que los niños tengan contacto con la naturaleza, entenderán su entorno como parte de un sistema interconectado que debe ser cuidado; comprenderán los cambios provocados con la contaminación de nuestros recursos; y serán precavidos ante posibles riesgos.
La urbanización nos aleja de la naturaleza; y los más pequeños se pierden del contacto con espacios abiertos, de observar cómo funciona la naturaleza, cómo nacen los animales, carecen de experiencias fundamentales para su aprendizaje, que ni siquiera la tecnología puede suplir.
Esta desconexión propicia trastornos físicos y psíquicos como obesidad, estrés, problemas de concentración, de aprendizaje, hiperactividad, fatiga crónica e incremento de asmas o alergias; síntomas que se han catalogado como el trastorno de déficit de Naturaleza en el libro El último niño de los bosques de Richard Louv.
Así que ya sabes si quieres formar un ser humano sano y empático con su entorno es primordial que fomentes esta conexión con lo natural. No lo pienses más y empieza a planear la próxima salida al parque o al bosque.
COLABORACIÓN DE EARTHGONOMIC MÉXICO, A.C. Nuestra misión es fomentar el desarrollo de la sociedad en armonía con el entorno natural y el respeto a los seres vivos.