Las células del bebé se quedan en el cuerpo de la madre y ayudan a prevenir enfermedades

Las células del bebé se quedan en el cuerpo de la madre y ayudan a prevenir enfermedades

A través de la matriz estamos conectados en la totalidad del universo; en donde los hijos sanamos a nuestras madres mientras ellas nos sanan a nosotros. Es la poesía de la ciencia.

Las células del bebé no sólo se quedan en el cuerpo de la madre, también ayudan a prevenir ciertas enfermedades. Desde el momento en que una madre carga a su bebé desde el vientre, se genera esta unión inquebrantable entre ambos miembros donde absorben nutrientes que los nutren al mismo tiempo. Se trata de la interconectividad más profunda e íntima que dos seres humanos pueden vivir en la cercanía de la existencia; de un pasaje en movimiento cuyo portal es la mujer misma. “La mujer es la matriz del Ser”, puntualizó en alguna ocasión el poeta y filósofo John O’Donohue. Y es que, además de la belleza de las emociones, esta interconectividad se ve marcada por la poesía de la ciencia.

Es bien sabido que las células de un feto en desarrollo atraviesan la placenta, permitiendo que el ADN del bebé se convierta en uno con el de la madre. Lo interesante de este proceso es que estas células del feto no sólo existen en el cuerpo del bebé, también continúan persistiendo dentro del cuerpo de la madre aún durante su senectud. Es decir que, si la madre dio a luz a un niño, es probable que ella tenga cromosomas Y recorriendo su cuerpo durante las próximas décadas. Las células del niño se quedan con la madre, resonando en las madres a través de la intuición y el afecto. 

Además los investigadores han notado que la presencia de estas células en la mujer puede reducir los síntomas de enfermedades. Si bien se desconoce a ciencia cierta cómo funciona este proceso, se sabe que a mayor cantidad de células fetales en el cuerpo materno, menor será el riesgo de contraer enfermedades autoinmunes; como la hepatitis C o hipo/hipertiroidismo, artritis reumatoide y esclerosis múltiple. Esto logró verse a través de una biopsia de hígado que mostró cómo “miles de células masculinas” ayudaban a la recuperación del cuerpo de la madre, así como las células fetales dan el instinto materno a reparar cualquier daño cuando el bebé no está bien.

De hecho, esta evidencia genética permite indagar en tratamientos preventivos (y contenedores) de ciertos tipos de cáncer. Entre las enfermedades más estudiadas con este caso es el del cáncer de mama, donde las células fetales contribuyen a la formación de células madre, las cuales generan nuevas neuronas en el cerebro de la madre (ayudando, inclusive, a curar su corazón).

Por esta razón se dice que un bebé lleva, en su sangre, las células de sus ancestros, ya que éstas se comparten de un embarazo a otro –lo que puede contribuir a la hipótesis en que las células de uno de los hermanos fluyan en las de otro-. Esto nos puede recordar entonces que, a través de la matriz de una mujer, estamos conectados en la totalidad del universo; en donde los hijos sanamos a nuestras madres mientras ellas nos sanan a nosotros. Es, de nuevo, la poesía de la ciencia.

Fotografía de NewPregnancy