¿Llora por todo? ayúdalo a superar el momento de frustración

¿Llora por todo? ayúdalo a superar el momento de frustración

Cuando nuestros hijos son pequeños el llanto es el primer recurso para comunicar emociones, sensaciones, estados de ánimo… y ante las dificultades viene la frustración y con ella la reacción de llorar.

Los seres humanos nacemos con infinitas capacidades y facultades y una que siempre nos será de gran utilidad es la de superación y la resiliencia. Cuando nuestros hijos son pequeños el llanto es el primer recurso para comunicar emociones, sensaciones, estados de ánimo… y ante las dificultades viene la frustración y con ella la reacción de llorar. Siempre he pensado que el decir que un niño “llora mucho” o “llora poco” es directamente proporcional a la tolerancia del adulto que lo escucha, y así es como se etiqueta al niño de ser llorón.

pero la verdad es que como padres podemos identificar cuando el llanto de nuestro hijo podría ser consecuencia de no saber nombrar o manejar sus emociones y es importante por ello ser su guía para 1) validar sus emociones y ponerles nombre, de manera que el llanto ceda cuando no es necesario y 2) ayudarlo a superar la frustración.

¿Cómo saber si llora por todo?

Las situaciones cotidianas nos van dando la medida para identificar el nivel de llanto de un niño: cuando la única respuesta inmediata entre las opciones disponibles es el llanto. El niño o la niña que lloran por todo solo lloran, es decir; no intentan negociar la situación, o cambiar el juego, o pedir ayuda, solo lloran ante cualquier situación. Conforme van creciendo, cada vez llorarán con más intensidad y por lo común aumentan la frecuencia.

Aquí es donde la respuesta de los padres juega un importante papel pues es la que va moldeando la conducta que sigue al llanto inmediato: si la madre o el padre reaccionan ante el llanto de frustración absoluta por situaciones que el niño o la niña podrían resolver y corre a consolar o a resolver la situación de tal manera que lo rescata… lo normal es que el niño continue con el patrón de llanto porque “le funciona” (sin que exista manipulación de por medio), simplemente lo hará porque consigue resolver el problema. Y entonces, el niño no logra aprender a resolver la dificultad y volverá a llorar de manera inmediata ante la siguiente frustración.

Es importante que los padres pensemos que es lo que puede aprender nuestro hijo frente a cada dificultad…

A los niños hay que apoyarlos validando emociones pero no resolviendo por ellos lo que ya tienen capacidad de resolver por su cuenta. A los niños podemos enseñarlos a hacer mucho por ellos mismos, aprenden imitando, y se ponen muy contentos cuando consiguen hacer las cosas por sí mismos. La constante superación de pequeñas dificultades es el inicio del camino hacia la autonomía.

Para que los niños logren la autonomía han de tener la posibilidad de practicar muchas veces, hasta que les salga bien. Ningún niño se pone los calcetines a la primera.

La autonomía es un logro que exige tiempo, paciencia y dedicación por parte de los padres. Animándoles a hacer las cosas por sí mismos, con mucha insistencia, los niños suelen dejar de pedir que se las hagan y al verse más capaces de hacerlo solitos dejan de llorar tan a menudo.

Ser autónomo les hace sentirse más fuertes y capaces, la autoestima crece y difícilmente entrarán ganas de llorar por todo. Y a veces, es verdad que o van a lograr hacer ciertas cosas bien a la primera, pero recordemos: están aprendiendo y aún cuando no lo logren perfecto o no lo logren del todo, cada intento es un paso hacia su autonomía.

La sobreprotección puede imposibilitar al niño de creer en sí mismo, puede agrandar sus miedos a hacer, a ejecutar por él mismo, es importante que el niño o la niña “hagan” para que conozcan su fuerza, sus límites, su coordinación, para que sientan el logro como propio. Que en el día a día enfrenten leves riesgos y que hagan lo necesario para sortearlos. Para ayudarle debemos transmitirle una confianza ciega en sus capacidades, ya que para un niño es vital la mirada, la voz y la actitud de sus padres ante los retos que deben afrontar. Los niños son muy sensibles a lo que sus padres piensan de ellos, se dan cuenta la actitud de lo que realmente piensan.

Para lograr esto es muy útil contarles cuentos con personajes que tengan características parecidas a las suyas. Personajes que también sean llorones y que les pasen cosas bonitas para que ellos se puedan identificar y ver que tienen oportunidades.

Estos cuentos han de ser creíbles, es decir, a veces las cosas no salen bien, pero otras sí. Dejar muy claro que hay que practicar para conseguir algo, pero que es posible hacerlo.

Fuente: Rosa Mª Palacios. Pedagoga Método Lenoarmi