Ni sola ni acompañada: ¿qué querrán las mujeres hoy? (I de II)

Ni sola ni acompañada: ¿qué querrán las mujeres hoy? (I de II)

“A nivel infinito los opuestos coinciden”. Sí, pero a nivel infinito. En este momento estamos yendo hacia fuera a tal velocidad y con tal fuerza que estamos en una suerte de etapa extraviada.

Ni sola ni acompañada: ¿qué querrán las mujeres hoy?…

Tu hija, tu hermana, tu prima o tu mejor amiga está saliendo con otra persona, chica o chico, o está entre dos o tres o más, o más bien no sale con nadie, o sale con varios pero ya ni te menciona nada sobre ello porque, ¿para qué? Si seguramente no va a llegar a nada, si de todos modos ella no está segura de qué es lo que quiere porque la “soltería” parece la verdadera libertad, aunque y también parece la verdadera soledad.

Al platicar con tu hermana, tu hija, tu prima o tu mejor amiga te asegura que está bien y tranquila pero quizás un poquito sola. En otra ocasión asegura que está mal pero libre. Las contradicciones que está viviendo son también las contradicciones que van configurando este momento.

Descendientes de una generación tradicional que creció con la televisión y el teléfono, los treinta y cuarentañeros son la generación puente que va experimentando Ser junto con lo que va siendo Internet, las redes sociales y las nuevas formas digitales de comunicación.

Pareciera que es una generación muy open minded, sin embargo, después corre a afianzarse a una relación “convencional”. Se encuentra cómoda, y de pronto, sale a experimentar para no aburrirse. Casi a la par de como van brotando aplicaciones nuevas, la nueva generación está en el continuo de la experimentación.

Una de mis mejores amigas comenzó a acudir a terapia con David Ramírez. Ella quería entender el modus operandi de sus relaciones, y definir lo que sentía. Me contó algunas revelaciones que, al tener años de conocerla, me parecieron coherentes. Es entonces cuando cité a David para entrevistarlo.

Corte a/ Exterior. Café en la Condesa. Tarde ruidosa de viernes.

La velocidad a la cual estamos percibiendo el mundo nos sobrepasa, nos abruma y nos revuelve dentro de un mismo mar revuelto. Y no es la “realidad real”, es una dimensión paralela que pareciera suplantarla. Una realidad que sugiere lo que es, más lo que se desea que sea, más lo que fue, más lo que no es.

Le arrojé suficientes preguntas en un grito desesperado de una generación hundida en la bruma del no sé qué que qué se yo.

Entonces, David ¿Cuáles son las características de la generación que hoy tiene 30 años, cómo son sus relaciones interpersonales y cómo es su comunicación?

Parto de la premisa de que somos ignorantes de nuestra propia naturaleza y al mismo tiempo tenemos alcance a una inmediatez en nuestra comunicación, pero sin saber quiénes somos, quién está dentro y qué queremos.

Es importante considerar que es la generación que está rompiendo paradigmas, ha heredado la culpa sexual y su atavismo, mientras, al mismo tiempo, trata de favorecer el vivir de acuerdo a sus propios deseos y aspiraciones.

Los jóvenes alrededor de los 30 o 40 traen un vacío muy grande, al igual que todos, el cual quieren llenar con suplementos externos, al igual que todos.

Esta generación creció con el celular en la mano y de ahí el egocentrismo se ha disparado exponencialmente con las “posibilidades” del dispositivo y confundiéndolas con las propias.

Los dispositivos electrónicos son una extensión del ser humano, están hechos a nuestra imagen y semejanza, pero nos están alejando de la cualidad orgánica que tenemos para comunicarnos.

La habilidad que hemos desarrollado para con estos dispositivos nos ha alejado de otras inteligencias y de otras cualidades.

Por lo que estamos alienados en nuestra propia experiencia interna. De pronto el paciente me pregunta “¿Y estoy bien?”, “Es que no sé si lo que estoy sintiendo está bien”, “¿Es lo que estoy sintiendo lo que estoy sintiendo?”.

Pues ¿Quién está ahí adentro?

El que hayamos estado tanto tiempo sentados en pupitres aprendiendo lo que se nos decía era “la verdad” nos ha disminuido la confianza en la experiencia del individuo, como decía Jung, nos ha alejado de la experiencia de la individuación.

Tampoco es que antes las relaciones estuvieran mejor… El porcentaje de divorcios en la generación de mis padres se podía aterrizar al 60 por ciento. Y antes con mis abuelos, el que hayan durado juntos hasta el final no significa que “funcionaban” como pareja. Vivían bajo el paradigma de la monogamia por contrato de por vida. Quizás este cambio de formas de comunicación solo viene a develarnos el hecho de que hemos estado desconectados desde siempre.

Todo lo que está sucediendo en esta sociedad occidental ha sido una búsqueda exógena y desesperada de encontrar eso que en forma endógena satisfaga.

Como decía Gregorio Bruno “a nivel infinito los opuestos coinciden”. Sí, pero a nivel infinito. En este momento estamos yendo hacia fuera a tal velocidad y con tal fuerza que estamos en una suerte de etapa extraviada.

Se debe partir de la experiencia interna, aprender a observarse a sí mismo.

Partiendo de mis vivencias, una serie de circunstancias y búsquedas me sentaron a observar la pesadilla que eran mis propios pensamientos. Me hicieron darme cuenta de que había un observador. Yo mismo podía observarme. Mientras hay un observador la experiencia se transforma.

 Lucía Treviño