Nos han enseñado la belleza

Nos han enseñado la belleza

Tengo la fortuna de trabajar con mujeres, para ellas y con ellas. Me rodean y las acompaño en momentos de transformación, de catarsis, de bienvenidas y despedidas de sus vidas como las conocen antes y después de ser madres por primera, segunda, tercera vez, etc., y en esos viajes, en ese acompañamiento he notado como es que las mujeres somos o llegamos a ser conscientes hasta la infelicidad, de nuestra propia belleza.

Particularmente a mí, todas las mujeres me parecen bellas, poderosas y divinas. Creo en nuestra creatividad como la capacidad de gestar y de dar luz no solo a hijos, también a ideas, hechos y proyectos de manera infinita, desde el poder femenino, desde la inteligencia sutil y evidente tanto intelectual como emocional, creo que las mujeres somos cambiantes y nos reconstruimos muchas veces junto con y a veces en contra de nuestros propios ciclos y el conjunto de todas esas cualidades y sus posibilidades me hacen ver a toda mujer bella. No me refiero a la belleza estética que hace (o creemos que hace) a una mujer hermosa a simple vista, sin mayor análisis. Me refiero a todo lo que no se percibe solo al mirar, a la belleza que reluce al observar a cada mujer en todo su potencial, en todas sus capacidades.

Y es que nos han enseñado la belleza bajo un arquetipo preconcebido de proporciones: mucha altura, poco peso, pelo largo, largas piernas, cintura delgada, caderas “proporcionadas”, pechos redondos, facciones finas, ojos grandes, etc. Se suman a esas proporciones los adjetivos que también nos han enseñado: sonrisa deslumbrante, pelo sedoso, piel cuidada, uñas pulidas, cejas arqueadas, pestañas largas, etc., y nos hemos creído que esa es la belleza. Y claro que hay ciertos elementos que en conjunto o aislados definitivamente hacen que una mujer sea bella de manera evidente, pero yo hablo de lo que no se ve.

Hablo de la belleza que le quiero enseñar a mi hija y ojalá a muchas mujeres: esa que viene de aceptar todo lo que soy y represento dentro del cuerpo que tengo y de hacerlo en libertad. Claro que me gusta y disfruto cuidar de mi cuerpo, sí, también soy vanidosa, me gusta sentirme y verme bien, me gusta, pero eso no rige mi felicidad ni mi seguridad. Por el contrario, ambas cosas en mi se rigen por la manera en que puedo acomodar, expresar y compartir mis pensamientos, mis emociones, mis sentimientos, en el grado de satisfacción que me da lograr algo que anhelo o superar una adversidad. Para mí, la belleza es cadencia, pulso, ritmos, gozo, se compone de lo que puede estimular a mis sentidos, a mi propia inteligencia. 

A las mujeres particularmente nos han, nos hemos y también hemos enseñado la belleza de manera limitada: nos han enseñado a maquillarla de manera literal y en sentido figurado (usamos colores, fajas, rizadores, lociones, cremas, aparatos rizadores, alaciadores en exceso), nos hemos creído que debemos cumplir con cierto estereotipo para ser y sentirnos bellas y que los demás nos perciban así, por eso a la belleza la queremos moldear, restringir y hasta fingir. Esta enseñanza de la belleza nos ha llevado a extremos para modificar y someter la naturaleza de nuestro cuerpo y sus partes y a veces hasta poner en riesgo nuestra salud con cirugías que prometen hacernos bellas… No es que critique o esté en contra de buscar o de mantener la belleza estética, lo aclaro para no dar la apariencia de ser incongruente, lo que quiero transmitir es que yo creo que la belleza es mucho mas que eso, que está en la esencia del femenino desde su origen… a veces, en su estado más puro y sin modificaciones. Me parece que por haber aprendido que solo esa belleza estética cuenta y que en consecuencia de ella somos sexys, atractivas, deseables o sensuales, en la búsqueda incansable de la misma para sentirnos aceptadas y en consecuencia amadas, corremos el riesgo de perdernos. 

Yo creo que la belleza es mucho más que proporciones y medidas. Creo que la belleza reside en el todo de una mujer, sí: la propia mujer amando a la piel que la envuelve y a su propio cuerpo con sus medidas, tallas e historias. Con sus ciclos menstruales y vitales, con sus pensamientos bajos y sublimes, con sus humores y hormonas variantes, con sus ideas cambiantes, con sus palabras, sonidos y olores. Creo que la belleza reside en conocer y disfrutar mi cuerpo y sentirme cómoda en él. En cuidarlo porque es el estuche de lo que me representa y quiero que sea saludable, funcional y tal vez hasta lindo…, pero eso no resume mi belleza ni la que quiero enseñar a otras mujeres.

Me parece loca y atractiva la idea de desaprender esa idea de la belleza y de reconocer un nuevo modelo de ésta: una belleza integral, que incluya los colores de cada mujer y todas sus formas, pesos y medidas, diversas, únicas e irrepetibles como seres vivos que existimos, vibrantes cada una en sus ciclos, una belleza incluyente y alegre. Me encantaría ver mas mujeres felices en sus cuerpos, en su sexualidad, en su sensualidad, en su integridad porque ellas mismas se consideran bellas y no porque alguien se los dice o se los reafirma. Me parece importante que empecemos a enseñar eso a nuestra hijas, a querer sus cuerpos y a cuidarlos porque son suyos y ya son bellos, enseñar también que la belleza tiene muchas expresiones y que una de ellas es la libertad; la libertad de ser y de gozar quien soy sin límites de tallas o formas, contenta y agradecida con lo que tengo, porque si soy feliz también soy bella y esa belleza la percibe cualquiera.

Karla Lara

@KarlaDoula 

Foto: Amir Kuckovic / Flickr