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Porque la leche materna no se puede sustituir por nada

17 octubre, 2023

Porque la leche materna no se puede sustituir por nada

La leche materna contiene más de doscientos azúcares distintos, cuatro veces el de la leche de vaca, que ayudan a que el niño desarrolle su sistema inmunológico y construya su salud neurológica…

Sabemos de sobra que la leche materna es el alimento natural e ideal para un recién nacido. sabemos también que las leches de fórmula se han creado para apoyar la alimentación de los bebés que no son amamantados… Para algunos la leche materna puede parecer un alimento más, especialmente nutritivo, quizá, o mejor adaptado a las necesidades del bebé.

Sin embargo, esta percepción es errónea. La leche materna no puede sustituirse, durante millones de años de evolución, ese líquido se ha perfeccionado para convertirse, además de en un alimento fundamental, en una vía de comunicación por el que la madre transmite a su hijo herramientas críticas para su supervivencia: hormonas, anticuerpos, vitaminas, minerales, probióticos… Dar el pecho reduce la mortalidad infantil y las infecciones, y se ha relacionado con un menor riesgo de obesidad tanto para el bebé como para la madre. Los beneficios para la saludalcanzan a la madre, a quien la lactancia protege frente al cáncer de mama.

La importancia de la leche materna en el desarrollo humano la convierte en un interesante elemento de estudio, pero su complejidad hace que los científicos aún no hayan sido capaces de desentrañar sus secretos.

“La leche materna es tan compleja y tan rica en factores bioactivos (proteínas que estimulan el sistema inmune, proteínas antimicrobianas, anticuerpos…) que no se puede sustituir con ninguna versión artificial”, explica Thierry Hennet, investigador del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zurich (Suiza). Hennet, que acaba de publicar una revisión sobre los esfuerzos para comprender este producto en la revista Trends in Biochemical Sciences, añade que la “producción de una fórmula infantil que incluya todos los constituyentes de la leche materna sería tan cara que nadie podría permitírsela”.

El periodo fundamental de la lactancia es el primer mes, cuando ayuda a formar el sistema inmune del bebé y fortalece el microbioma.

Conforme el bebé va creciendo la leche que produce la madre va cambiando para adaptarse al desarrollo del bebé. Por un lado, varía la cantidad. Además, cambia la composición. Una de las funciones básicas de la leche materna es construir el sistema inmune del bebé. Esta tarea ya se había descrito en 1903 y se vinculó a la presencia de anticuerpos en la leche. Ahora se sabe también que la cantidad de anticuerpos maternos es mucho mayor durante el primer mes de vida del bebé. Después, cuando el pequeño ya ha empezado a construir sus propias defensas, el porcentaje de anticuerpos de la madre en la leche cae un 90{34a698e907b8d6c8957c8a51888731b5cd917852059d33ee997608a9c59bd735}.

La complejidad a la que se refiere Hennet se puede asociar a las más de 200 diferentes moléculas de azúcares compuestos o cadenas complejas de oligosacáridos que se encuentran en la leche humana, muy por encima de las alrededor de 50 que se pueden encontrar en la leche de vaca. Aunque aún no se conoce con precisión la labor de estos azúcares, se cree que una de sus funciones consiste en alimentar las bacterias que deben colonizar el intestino del bebé, que nace sin estos microorganismos que determinarán su salud futura. 

Todos estos beneficios para la salud del niño han hecho que la Organización Mundial de la Salud recomiende que el bebé se alimente exclusivamente del pecho de su madre durante sus primeros seis meses de vida, y después durante al menos un año más como complemento de la comida sólida.  Las leches de fórmula o fórmulas lácteas han mejorado, pero no han logrado reproducir la complejidad de la original

“Aunque se están mejorando las leches artificiales, y se logre sintetizar muchos de sus componentes, su valor se encuentra en la composición global, en la interacción de sus componentes, e incluso en la genética y la flora microbiana de la madre”.

Pese a reflejar la acumulación de pruebas sobre los beneficios de la lactancia, el artículo de Hennet también llama la atención sobre algunos riesgos. Algunos contaminantes presentes en el ambiente se pueden acumular en el tejido del pecho de las mujeres y transmitirse a los niños. “Se han descrito correlaciones positivas entre algunos ftalatos [unos compuestos químicos empleados en plásticos y textiles] en la leche materna y niveles alterados de hormonas sexuales en bebés de tres meses”, indica Hennet. En opinión del investigador de la Universidad de Zurich, el trabajo de los científicos para controlar este riesgo consiste en identificar los contaminantes para eliminarlos en los procesos industriales y así del ambiente y de nuestros organismos.

Hennet concluye su trabajo reconociendo que, independientemente de las virtudes biológicas de la lactancia, no es una labor de los científicos decidir hasta cuándo debe una madre dar el pecho. Esas decisiones, afirma, “le corresponden a las familias”.

Así que, estudio tras estudio solo se vuelve a comprobar la superioridad de la leche materna. Y sí, es verdad que la lactancia pueda no ser sencilla o resultar complicada por muchos factores, pero definitivamente es lo mejor para el bebé.