Estos principios de la pedagogía Waldorf son sencillos y prácticos de implementar en casa…
9 sencillos y prácticos consejos de la pedagogía Waldorf (I de II): la educación Waldorf, basada en la filosofía educacional de Rudolf Steiner, tiene el objetivo de poner en relieve la imaginación en el proceso del aprendizaje, integrando holísticamente el desarrollo intelectual, práctico y artístico de los niños.
Steiner, fundador de la Antroposofía, realizó una serie de estudios para comprender el desarrollo psicocognitivo de los niños, logrando distinguir tres principales estadios del crecimiento para fundamentar su educación. Estos estadios se ven inicialmente reflejados en los primeros años de vida, en los cuales cuales existe un enfoque mayoritariamente manual (actividades con las manos) y creativo; después, durante la educación primaria, la expresión artística y las capacidades sociales son el principal enfoque del desarrollo infantil; y finalmente, durante la educación secundaria, el desarrollo se relaciona principalmente con la crítica racional y la comprensión empática. El objetivo de cada uno de estos estadios es el desarrollo de valores como la libertad, la responsabilidad moral y la integración individual con una competencia social.
De hecho, la pedagogía Waldorf se ha convertido en una teoría educativa altamente reconocida, la cual ha influenciado en numerosas escuelas públicas europeas. Por ello, desde 1919, las escuelas Waldorf han proporcionado un estilo de educación único e innovador para la salud cognitiva, mental y emocional de sus alumnos. Hasta ahora existen miles de escuelas Waldorf independientes, cerca de 2 000 jardines de niños y 646 centros de educación especial, en 60 países alrededor del mundo.
Si tuviéramos que hablar de las características más influyentes de las escuelas Waldorf, podríamos decir que la fluidez, la paz y el gozo por la educación son aspectos que nuestros hijos impregnan de esta teoría. Por ello te compartimos once maneras de integrar esta pedagogía en casa:
1. Permite que tus hijos jueguen libres, con juguetes naturales y arquetípicos. Permitir que el niño pueda jugar de manera libre en casa, con juguetes no muy definidos, hay más espacio para la imaginación y, por tanto, para el juego creativo. Por ejemplo, cestas con bloques de madera naturales, conchas, piedras, sedas, cintas, animales de madre, etcétera. Así, un bloque de madera puede convertirse de repente en un camión de bomberos o una patrulla de policía: “Se necesita este tipo de juego para el desarrollo creativo y emocional sano de un niño, pues permite conectar al niño, y sin duda, es la mejor base para el desarrollo intelectual posterior.”
2. Fomentar el juego al aire libre permitirá optimizar el desarrollo creativo de tus hijos. Jugar en un jardín, al aire libre, es considerado casi como un derecho: subirse a los árboles, recoger flores u hojas, jugar con piedras, cavar agujeros, jugar con agua. Esto permitirá que el niño adquiera vivencias de manera más intensa y completa al ritmo de las estaciones. Evitar que el niño toque la arena, tierra, hierbas o piedras por miedo a que se ensucie o se haga daño, logrará que éste se desconecte consigo mismo (por su interés natural de explorar) y con su entorno.
3. Reduce la cantidad de gadgets electrónicos y/o pantallas (televisión, tablets, teléfonos inteligentes, etcétera). El ver dibujos animados o una película infantil no es un problema, sino el que estén quietos sin fomentar la creatividad: “La necesidad natural de un niño es estar en continuo movimiento, por lo que cuando está sentado un tiempo prolongado, absorbido por la excesiva estimulación audiovisual, está haciendo algo que no es natural, reprime su necesidad primaria de moverse.” Las consecuencias negativas, como la interrupción del desarrollo de su imaginación al ser bombardeado por imágenes externas –que acaban sustituyendo sus propias creaciones y respuestas naturales.
4. Tomar consciencia de la importancia del ritmo de la familia. La rutina es una de las herramientas más útiles de la regulación emocional: Vivimos rodeados de los ritmos de la naturaleza (día y noche, fases lunares, estaciones, las mareas…). Nuestro cuerpo está lleno de ritmos (corazón, respiración, el ciclo de la fertilidad femenino, ritmos circadianos del metabolismo).” Por lo que la rutina permite confiar en un mundo, brindando recursos para enfrente la incertidumbre de un después: “Como los pequeños están tan centrados en el cuerpo y la imitación, el ritmo en casa constituye una guía para su vida, creando buenos hábitos, ayudándoles a centrarse en su aprendizaje y desarrollo, a la vez que evita los enfrentamientos y las discusiones familiares a la hora de comer, o a la hora de ir a dormir.” Además, con los ritmos familiares, es posible establecer el entendimiento que cada cosa tiene su momento: hay un momento para jugar; otro para comer; otro para lavarse; y otro para dormir. “Por ejemplo, en casa, además de las rutinas para levantarse, o ir a dormir, donde hacemos cosas a modo de ritual, como cantar la canción de buenos días mientras nos vestimos, también tenemos un menú específico para cada día de la semana (igual que en su escuela) lo que ayuda a estructurar y dar orden a nuestro día a día respecto a las comidas. Y la verdad con lo que me costaba organizar este tema (no soy nada cocinillas), de esta manera es mucho más fácil. […] Por otra parte, establecer ritmos en casa va genial para aquellos niños inquietos y nerviosos, pues está más que demostrado que el ritmo en la vida hogareña ayuda a calmarlos, porque así su vida consiste en una serie de acontecimientos en los que ellos pueden participar y les proporcionará una sensación de seguridad.”
Fotografía principal: Waldorf Mallorca